TERESA MEANA UNA EXCELENTE PROFESORA DE SECUNDARIA
En esta entrada quiero reflexionar sobre la importancia del lenguaje inclusivo, para ello me voy a servir de una reflexión que realicé en el posgrado de estudios de género y políticas de igualdad de la UVA.
Considero que lo más difícil de cambiar es tomar en consideración la importancia del lenguaje inclusivo. Es una de las partes más fundamentales. La base sobre lo que se construye todo lo demás. Ahora mismo mayoritariamente en las aulas por lo que conozco el uso del masculino como genérico es la norma común. Es más, está tan normalizado que incluso hay voces que apuntan a que utilizar un lenguaje que visibilice a las niñas y mujeres es un lenguaje con escasa practicidad abogando para ello acerca de la economía del lenguaje. Me resulta de sumo interés el trabajo de la filóloga y profesora Teresa Meana en este aspecto. El lenguaje es el medio a través del cual la lengua se expresa. Las lenguas no son esencias muertas sino vivas y pueden adquirir otros usos que hagamos del lenguaje. Me parece relevante traer a Wittgenstein un filósofo aunque no feminista pero si experto en temas de lenguaje ya nos hablaba acerca de que el lenguaje no posee significados sino usos. Es decir, somos los seres humanos los que otorgamos el sentido que tienen nuestras palabras en el lenguaje y por tanto en la propia lengua. Esos usos del lenguaje nos llevan directamente a hablar de formas de vida. Las diferentes formas de vida tienen una perspectiva fuertemente androcéntrica. Es más que una cuestión pedagógica asumir el esfuerzo y no es tanto a su vez utilizar un lenguaje que visibilice, no subordine, ni discrimine a la mitad de la población si queremos unas formas de vida igualitarias, feministas y completamente educativas.
Sobre el lenguaje construimos todo lo demás, estereotipos, prejuicios… Como bien sabemos, es usado en el imaginario colectivo la palabra zorra para referirse a una mujer apuntando a un aspecto sobre su sexualidad con una connotación negativa. Por el contrario que zorro simplemente conlleve astucia en su significado sin una connotación expresa sobre su sexualidad ya dice bastante. Podéis trabajar este ejemplo a través de esta dinámica. Se dice a una clase o a un grupo la siguiente consigna “mi mejor amiga es una zorra”. Ver qué dicen qué se trata y cómo se trata. Después decir lo mismo “mi mejor amigo es un zorro” apuntar y recoger las diferentes expresiones. Después podéis continuar la reflexión y buscar otras palabras para ver cómo se construyen esos usos diferenciados entre lo femenino y lo masculino. Esta puede ser una de muchas actividades para comprender como el lenguaje no solo nos describe a varones y mujeres, conforma nuestro mundo.
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